Los Rios de Alice

lunes, 19 de agosto de 2013

La memoria.










Dicen que la memoria se puede trabajar como un músculo, pero ¿qué infeliz quería recordarlo todo? ¿Quién no firmaría ya por tener una amnesia como un piano? El que recuerda demasiado es un peligro público, corre el riesgo de quedarse estancado entre los malos recuerdos, de no poder deshacerse nunca de ese miedo que tanto quiere olvidar, ese gran miedo que puede hacerle perder lo que más quiere. Somos demasiado humanos. Deberíamos imitar más a esos peces que no recuerdan nada y vivir sólo el  presente. Pero no seamos tan injustos con la pobre memoria: también puede ser una gran aliada. “Ya caíste en aquella piedra”- te dice al oído, y a nadie le gusta volver a sentirse como el mayor imbécil de la Tierra.
Mi memoria debe tener algo estropeado: a veces me falla y no queda rastro de errores ni miedos, sólo me acuerdo de lo bueno, lo cual no está nada mal. Cuando me pasa lo que hago es dejarme llevar y rezar porque esta vez la caída duela un poco menos, y con un poco de suerte, mañana ni acordarme.